El martes 12 de junio de 2018, tuve la oportunidad de impartir el taller de “Escucha empática y pensamiento productivo ante la búsqueda de empleo y en las entrevistas” en el Ayuntamiento del Cantizal de las Rozas, Madrid

Este taller tuvo como objetivo que los participantes en búsqueda activa de empleo se dieran cuenta de su nivel de escucha, de lo útil que es comenzar a desarrollar la escucha activa, para darse cuenta de las necesidades de las empresas que les están entrevistando pudiendo así ofrecer lo que les piden si cuentan con ello o sabiendo lo que necesitan aprender.

También uno de las finalidades del taller fue el aprender a escucharse a sí mismos, para ser conscientes de lo que se dicen y si esa voz interna es un saboteador, comenzar a cambiarla ya que esto les está perjudicando para conseguir ser contratados y lograr sus objetivos.

Por tanto hicimos las siguientes dinámicas:

  • Tomar consciencia de nuestro nivel de escucha
  • Escucha empática consigo mismos, dándose cuenta de su diálogo interno en el momento de la entrevista, así como tomar consciencia de cual sería el recurso que les hace falta para desenvolverse mejor en estas situaciones.
  • De la escucha activa a la escucha empática.
  • Dinámica de Merlín, visionando el futuro con el pensamiento positivo.
  • Técnica 5.. 4.. 3.. 2.. 1.. que ayuda a cambiar, a ponerse en marcha sin volver a caer en darle vueltas a si puedes o no, por tanto, ayuda a estar más presente y ser más productivo.

 

Escuchar con la intención de comprender

Uno de los principales problemas de la comunicación es que no sabemos escuchar. O al menos, no sabemos escuchar del modo en que podamos comprender a nuestro interlocutor. Y no es de extrañar esta carencia, cuando en la escuela nos enseñaron a leer, a escribir, a hablar, a comunicar… pero olvidaron enseñarnos a escuchar.  Y es que la escucha es un elemento tan importante o más que hablar en el proceso de la comunicación. De hecho, en muchas ocasiones nuestras conversaciones no dejan de ser monólogos en los que sólo escuchamos aquello que decimos nosotros mismos.

Por otro lado, según Paul Watzlawick, el primer axioma de la comunicación sostiene que es imposible no comunicarse. Siempre nos estamos comunicando, incluso cuando no estamos hablando. Nuestra expresión corporal, nuestros gestos…en suma, nuestra comunicación no verbal habla más fuerte y claro de lo que muestran nuestras palabras.

El segundo axioma de la comunicación indica que existen 2 niveles: uno consciente, que refleja un contenido de nuestra comunicación verbal (aproximadamente un 10%) y otro inconsciente que refleja nuestra comunicación no verbal (tono de voz, gestos corporales… y que representa el 90%). Esta es la parte que más pesa cuando estamos comunicando, y a la que deberíamos prestar más atención cuando nos comunicamos con alguien.

Como sostenía Stephen Covey, muy poca gente escucha con la intención de comprender al otro, sino más bien con la intención de responder y explicar nuestras ideas. De esta forma podemos establecer diferentes niveles de escucha. Por ejemplo, cuando una persona habla podemos estar ignorándola, no escucharla en absoluto. Es la escucha biológica: oímos, pero no escuchamos. Podemos avanzar en nuestro nivel del escucha, fingiendo que la escuchamos. Utilizamos expresiones de asentimiento como “si”, “ya”, “correcto”, pero realmente no escuchamos lo que está diciendo. Es la escucha fingida: la que causa más frustración en nuestro interlocutor.

Sí damos un paso más, practicaremos la escucha selectiva, oyendo sólo ciertas partes de la conversación. A menudo lo hacemos en las reuniones de trabajo, sólo ponemos la oreja en aquellas partes que nos interesa escuchar, luego desconectamos. Y finalmente, podemos brindar una escucha activa, prestando atención y centrando toda nuestra energía en las palabras que se pronuncian.

Pero muy pocos de nosotros nos situamos en el quinto nivel, la forma más alta de escuchar, la escucha empática. Ésta difiere de la “escucha activa”, que básicamente consiste en imitar lo que la otra persona dice. La escucha empática implica escuchar con la intención de comprender.

 

La escucha empática (palabra derivada de empatía) entra en el marco de referencia de la otra persona. Ve las cosas a través de ese marco, ve el mundo como lo ve esa persona, comprende su paradigma, comprende lo que siente. Empatía no es simpatía. La simpatía es una forma de acuerdo, una forma de juicio. La esencia de la escucha empática no consiste en estar de acuerdo; consiste en comprender profunda y completamente a la otra persona, tanto emocional como intelectualmente.

La escucha empática incluye mucho más que registrar, reflejar o incluso comprender las palabras pronunciadas. En la escucha empática, uno escucha con los oídos, pero también (y esto es más importante) con los ojos y con el corazón. Se escuchan los sentimientos, los significados. Se escucha la conducta. Incluso cuando la escucha empática es capaz de descifrar los silencios de la otra persona, mientras escuchamos en silencio.

 

Pensamiento reproductivo Vs Pensamiento productivo

El elemento que sirve para diferenciar al ser humano del resto de seres vivos es nuestra capacidad para poder pensar. Sin embargo, pensar no es un proceso sencillo, sino más bien confuso, ya que en nuestros procesos mentales intervienen diferentes aspectos como las emociones, las creencias, la educación que hemos recibido, nuestros valores… Todo ello hace que el pensamiento se vuelva confuso, y en muchas ocasiones no sepamos discernir con total claridad.

De hecho, lo más habitual cuando pensamos ante determinados hechos que requieren que le demos una respuesta, es recurrir soluciones conocidas. Este tipo de pensamiento es muy útil cuando afrontamos problemas recurrentes, que requieren soluciones ya conocidas. Es un tipo de pensamiento más cómodo, ya que no necesitamos modificar apenas nada. Es lo que conocemos como pensamiento reproductivo.

Sin embargo, la realidad de la vida, nos pone ante nosotros nuevas situaciones, cambios inesperados que debemos afrontar, y encontrar nuevas soluciones que permitan dar respuesta a esos acontecimientos. En estos casos, ya no es posible recurrir a las soluciones conocidas o al pensamiento reproductivo, necesitamos pensar de un modo diferente al que solemos pensar. Es un tipo de pensamiento diferente dónde tiene cabida la creatividad, lo que implica pensar la realidad de un modo diferente, pensar de una forma a la que no estamos acostumbrados para obtener nuevas ideas que permitan resolver las nuevas situaciones. Es lo que conocemos como pensamiento productivo, que se caracteriza por poner en marcha el pensamiento divergente y convergente.

 

Los cinco pasos para poner en marcha el pensamiento productivo son:

  • Tomar conciencia de nuestro pensamiento y su repercusión. Nuestro pensamiento actúa siguiendo el siguiente esquema: Hecho è Pensamiento è Emoción/Sentimiento è Acciones è Debemos ser conscientes de este esquema siempre que podamos, para darnos cuenta dónde podemos actuar, qué podemos hacer diferente para lograr resultados distintos. El modo en que pensamos las cosas, permite modificar el curso de esquema.
  • Darnos cuenta de cómo es nuestro dialogo interno. Apagar nuestro saboteador interno. Todos tenemos un diálogo continuo con nosotros mismos. La clave es darnos cuenta de cómo nos hablamos: vemos la botella medio llena donde lo positivo prima sobre lo negativo, o la vemos medio vacía, viendo más lo que falta que lo que tenemos.
  • Detectar creencias limitantes. La clave para afrontar una situación nace de una creencia: puedo o no puedo. Y esa creencia determinará nuestra actitud ante un hecho. Si pienso que no voy a poder afrontar un reto, cualquier esfuerzo resultará baldío. Si pienso que puedo, al menos existirá la posibilidad de que se logre. Las creencias son un filtro que deteriora la imagen de la realidad que observamos. Todos tenemos creencias, la cuestión es saber identificar cuáles de ellas nos están limitando e impidiendo alcanzar nuestros objetivos. Y una vez identificadas, intentar modificarlas.
  • Tener una visión positiva del futuro. La visión es una imagen de cómo queremos que sea nuestra vida, ya sea en el plano personal o profesional. Sin embargo, la visión es mucho más que una simple foto, nacida de un sueño. Es el resultado de un sueño puesto en acción. Una visión sin acción es un sueño, un sueño sin visión es una pesadilla.
  • Ponernos en acción. La acción es lo que permite lograr las cosas. No es suficiente con pensar, imaginar, visualizar lo que quiero o nuevas ideas. Lo que permite materializar las ideas en realidades tangibles es la acción.

 

 

 

 

 

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